Reflexiones: seis meses como mamá primeriza
La nueva percepción:
Estos primeros seis meses han marcado una nueva percepción del tiempo y el espacio, en la que cada día es una sorpresa, cada día nuestro pequeño crece muchísimo. El mundo se vuelve -cada segundo que pasa- mucho más interesante y atractivo para nuestros bebés. Por eso, no podemos desperdiciar ni un instante de dedicación, de comunicación, de observación y agradecimiento. El tiempo es oro ahora más que nunca, porque tenemos en nuestras manos un diamante en bruto que nos enseña a vivir de nuevo. Esa vida valiosa es una semilla de cambio para este mundo.
El espacio se redibuja: estamos en un lugar sagrado -el lugar en el que debemos estar es el lugar en el que estamos- y por ende, es nuestra completa responsabilidad honrarlo y asignarle el justo valor. El espacio es el aquí y el tiempo es el ahora. En este momento y ahora debemos dar lo mejor por ellos, nuestros hijos, que son todos los niños del universo, y por nosotros como hacedores de paz y cambio.
En estos seis meses cambia la forma de ver la vida, de comprender el amor, de reconocer nuestros límites, y empujarlos cada vez más allá; cambia la nueva forma de amar y vivir… y dormir… (si acaso cabe esa palabra en el diccionario de una madre primeriza).
Cada día es un nuevo reto a todo nivel, donde todo vale, todo cuenta, todo es absolutamente importante -como todo en la vida-, sólo que pareciera que en este momento lo comprendemos hondamente.
Nuestro cuerpo: "Soy la teta"
En realidad ser madre es un concepto muy abstracto que comprendemos cuando lo somos y sólo nosotras podemos comprenderlo como tal, ya que cada persona es única. Sin embargo, para el bebé somos alimento y protección, eso es ser mamá. Fuente de vida y amor. Ser el alimento es, ser la vida. Nutrir es conectar con la energía de la vida. Benditas sean las tetas de todas las mujeres. Amamantar es todo un arte. Y ahora, después de seis meses, hay confianza y libertad. Ya podemos identificar cuando realmente quiere la teta, y no dormir, por ejemplo. Ya nos sentimos un poco más seguras de ciertas cosas. Hemos desarrollado nuestros sentidos de forma extraordinaria. Ahora podemos hacer cosas muy rápidamente, simultáneamente, con esa eterna sensación de que nos están esperando siempre. El nuevo estilo es sentir que lo haces todo apurada, pero realmente no, realmente es que lo hacemos todo un poco más rápido. Hay que intentar mantener la calma, la cordura, la paciencia y no desesperar.
Nuestro cuerpo parece más "normal". Seguramente ya hemos recuperado nuestra figura y nos sentimos cercanas a este nuevo cuerpo que ha sido tomado "eternamente" por la vida de nuestros pequeños. No importará si debes aguantar para ir al baño, si debes pasar días programando y reprogramando tus cosas, tus "necesidades", tus "placeres", que ahora son siempre en función de la armonía y la necesidad de tu hijo. Suena como un reproche egoísta pero, en realidad, no. Se trata de una reflexión sobre cómo siendo mujeres podemos ampliar nuestros focos y transformar nuestras vidas. Esa es nuestra función: ser flexibles y amorosas empezando con nosotras mismas, para poder proyectarlo al mundo.
Nuestro hijo:
A los seis meses la emoción de que ya puede interactuar mejor es altamente emocionante. Sus miradas hablan, sus manitas ya son más ágiles agarrando (y apretando las tetas, cual cachorro). Se empieza a sentar e intenta comunicarse con más intensidad. No dejan de sorprendernos ni un segundo. Los bebés imitan lo que ven y aprenderán de su entorno y su hogar. Debemos enseñar a sonreír, a hablar, a cantar, a ser alegre... todo esto lo aprenderán en conjunto con su burbujeante carácter y personalidad que se forja minuto a minuto.
Se hipnotizan con nuestra voz, con nuestra energía. Nada de intentar dormirlo apurada, ellos sienten la ansiedad, la inseguridad, la incomodidad. Es una falacia pensar que porque son bebés, y no pueden "hablarnos" con el mismo lenguaje, no comprenden lo que ocurre. Lo comprenden pero a un nivel mucho más profundo. Esencial. No importa el detalle, importa el corazón. La intención. La volición. La vocación. Son maestros únicos y no podemos desaprovechar ni un segundo de este regalo transitorio, que es el periodo en el que son bebés. No serán pequeños toda la vida, pero es en este preciso momento en el que son tan dependientes y necesitan muchísimo a sus madres. El amor, el calor, la calma, la teta de amor, la teta de paz, la teta de vida.
En realidad ser bebé es bastante complicado. No dejo de pensar en la expresión "feliz como un bebé" o la fama de que ser un bebé es lo mejor porque se supone que te atienden, te quieren, te complacen; porque se supone que eres como un rey, y eres feliz, sólo duermes y comes. Pues, no. En realidad ser bebé implica llegar a un universo completamente nuevo en el que de estar abrazaditos en el útero pasamos a estar en la vastedad. Pasamos a aprenderlo todo. Aprender a usar nuestros sentidos, aprendemos a reconocer la voz, la silueta, los pasos, la presencia de mamá, de papá, de la luz, la oscuridad, de la alegría y la tristeza; aprendemos a tomar consciencia de nuestra existencia, de nuestras dimensiones, cambiantes además día a día-
Estos primeros seis meses de vida, nuestro hijo ha aprendido a ver, a escuchar, a expresar, a agarrar, a sentarse, a sonreír, ha captado el sentido del humor y lo copia un poco, así como ha aprendido a identificar los ambientes. Su llanto es su única forma de reclamar, pedir, aclamar, y es toda una misión aprender a vivir con este "sonido" que por más que intentemos siempre saldrá en algún momento. La paciencia es la clave de TODO. El amor está lleno de ella.
Muchas madres hablan de lo que le han enseñado a sus hijos y yo hablaré de lo que he aprendido de él:
He aprendido ante todo a amar. El amor filial no tiene límites.
He aprendido a escuchar mi corazón, a creer en mi capacidad de ser madre.
A ser paciente, hondamente paciente. Desde que están en la panza recibimos intensas pruebas de paciencia… comenzando con los nueve meses que dura el embarazo.
He aprendido a retarme a ser mejor en TODO. A no escatimar tiempo, energía y vida para compartir con mi pequeño.
He aprendido que ahora soy mamá y como en todo, hay etapas. No es lo mismo ser la madre de un bebé que de un adolescente, así que lo importante es comprender el momento que vivimos para no reprocharnos nada en el futuro.
Nuestro espíritu:
Puesto que hemos entrado en la evidencia de la vulnerabilidad, es cuando sale nuestro YO más puro. Ahora nuestro bebé es nuestro TODO y haremos TODO para protegerlo y cuidarlo y honrarlo. Somos evidentemente vulnerables. Nuestro hijo nos hace vulnerables pero también nos enseña a desarrollar la confianza para creer en nosotras y en ellos; creer en que haremos lo correcto porque lo haremos desde nuestro YO más puro y compasivo, el maternal, el manantial.
Nuestra feminidad:
Nuestra madre interior siempre ha estado y existido, y siempre se ha nutrido de esa energía única femenina y compleja de la luna, de la MADRE, de la supremacía divina de la naturaleza. Todos estamos enlazados por el mismo pálpito de amor y creación. Creamos vida y a cada instante damos vida a infinitos pensamientos que crean causas y siembran efectos en nuestro camino.
Nuestro YO:
¿Mujer o pulpo? Mujer, madre, esposa, amiga, hija, hermana, prima, vecina, profesional, ama de casa, siempre tú pero ahora con más funciones y más retos, más pruebas y más esfuerzo. Todo parece más complejo pero nada es más fuerte que tu voluntad. Si sabes quién eres AHORA, podrás cumplir contigo misma. Búscate, explórate, permítete conocerte y date chance de asimilar y disfrutar cada etapa de tu maternidad.
Ser mamá es ser la fuente, el origen, la esencia de la vida.
Decisiones de la maternidad:
Ser mamá consciente, implica entrar en todas las discusiones, debates, polémicas, sobre temas como: darle chupón o tetero, si vacunarlo o no, la circuncisión o no si es varón, la bronquiolitis, asma, la lactancia materna prolongada, colechar, portear, homeopatía o alopatía, lácteos o vegetarianismo... etc.
Yo, decidí amamantarlo de forma exclusiva y directa, es decir sin teteros ni mamilas de ningún tipo, sólo mis pechos, durante estos primeros seis meses de vida. Así mismo decidí no darle chupón para no generarle "confusión de pezón", ni problemas con su paladar, ni lidiar con tener que quitarle algo a lo que se aferrará psicológicamente, fomentando la fijación oral. También decidí portear, colechar y vacunar homeopáticamente. Decidí ser una mamá dedicada exclusivamente a la crianza, labores domésticas, creativas, productivas y espirituales. Mejor inversión imposible. Gratitud absoluta, suprema felicidad.